viernes, 17 de abril de 2009

La barrera que oculta los milagros

Cada rencor es una negra barrera de odio. Y mientras esta barrera permanezca frente a tus ojos, no podrás ver el milagro que hay tras de ella.  Sin embargo el milagro esta alli esperándote en la luz, mientras tú sigues guardando resentimientos.
 
Escoge a alguna persona que hayas usado como blanco de tus rencores.  Elimina tus resentimientos y contémplalo.  Alguien a quien temes o hasta puedes odíar.  Alguien a quien crees amar pero te ha hecho enojar.  Alguien a quien llamas amigo pero que a veces te causa dificultades, te contraría, te irrita, o falla en el ideal que tienes de él.  Todo según el papel que le hayas asignado. Trata de retenerlo en tu mente repasando sus defectos, las dificultades que has tenido con él, el dolor que te haya causado, sus faltas y todas las molestias grandes o pequeñas que por él has tenido.  
 

Dí tu intención: "Deseo que los agravios sean reemplazados por milagros."


Un Curso de milagros



"Ese alguien", suele ser muchos "alguien".  Este por una cosa, aquel por aquella otra, si me pongo a pensar...¿cuántos "alguien" encontraré? De movida, aparecen unos cuantos, como cuando uno hace una zaranda.  Son los más notables, los más recientes, los más viejos y perturbadores.  He asignado papeles de "Jefe", de "amigo" de "político"....La mayoría son molestias momentáneas, algo así como viento que va y viene. Severo ha sido el agravio que he sentido de parte de alguien que actuaba como jefe.  Un "alguien" aparentemente encantador pero asumiendo un personaje embaucador, mentiroso, falso.  "Ese alguien" siempre actuó de buenito y simpático, y jamás me escuchó cuando -mereciéndolo- pedí una reivindicación en mi puesto de trabajo. Mientras tanto, veía que otras personas, con menos experiencia y condiciones, si lograban ascender. ¡Grrrrrrrrrr! Qué rabia le tuve, cuánto resentimiento guardé hasta hace poco. Mi ego estaba totalmente desquiciado. Y digo guardé, sin querer guardarlo, porque yo quería perdonarlo.  Pero, no podía.   Su último acto antes de dejar el cargo -político- fue dejar casi armado un andamiaje para que yo quedara afuera. Esa fue su venganza, ya que en vista de su comportamiento, había dejado de hablarle porque me irritaba sobremanera su falsedad.


En la convicción de que es necesario desterrar del corazón cualquier negatividad, hago "mis deberes" para sanar cualquier situación. Este asunto era algo así como un cartel luminoso y trabajaba en ello. Hace poco una persona me preguntó por él.  ¡Para qué! Luego de decirle que ya no trabaja allí, me despaché con ganas.  Me dí cuenta de que, el recuerdo de esa persona continuaba maltratándome, y que, aún con las recetas aplicadas de tanto en tanto, no me había curado.


Y es que el perdón no es algo que se pueda hacer a voluntad.  No hay fórmulas ni recetas para el perdón. Aunque el mensaje que cito más arriba pareciera ser algo así.  No lo entiendo ni lo sugiero como receta terminante; sino como pista, como atenuante, para ir desarmando la estructura pesada del rencor. Algo así como antioxidante para algo muy férreamente agarrado.  Y es eso el resentimiento. Es más que la rabia, porque la rabia puede pasar luego de un rato de furor.  El resentimiento en cambio se va agarrando más y más, a medida que pasa el tiempo. Como una rosca oxidada precisamente, expuesta además a las inclemencias del tiempo.


Hoy, mientras trabajábamos alguien lo nombró.  Y, la mención de su nombre pasó desapercibida para mí.  Ya no me duele.


 

 



martes, 14 de abril de 2009

Cuidar lo que decimos amar

Cuando amamos alguna cosa, ésta es valiosa para nosotros, y cuando algo es valioso para nosotros le dedicamos tiempo, tiempo para disfrutarlo y tiempo para cuidarlo. Obsérvese a un adolescente enamorado de su automóvil y adviértase cuánto tiempo dedica a admirarlo, a sacarle brillo, a repararlo, a ponerlo a punto. O considérese una persona madura que posee una preciada rosaleda y véase cuánto tiempo dedica a podar los rosales, a protegerlos, a fertilizar adecuadamente la tierra y a estudiarlos.
 
Ssoctt Peck - La nueva psicología del amor

Parece verdad de perogrullo decir que si amamos algo, lo cuidamos.  Podemos ver cuantas veces decimos querer, amar alguien, pero no lo cuidamos, no le prestamos la debida atención.  Hay quien dice "tengo muchos amigos", pero, ¿qué calidad de amistad? Solemos tener amigos a quienes tenemos olvidados, no los llamamos por teléfono para interesarnos por su vida, no les escribimos si son amigos virtuales.  Peor, no les respondemos si nos escriben, o, no devolvemos un llamado telefónico.  Las relaciones, por lo general pasan a ser algo superficial, vivimos tras la última preocupación, tras lo último que acapara nuestra atención, llámese diversiones o trabajo.  Y no estoy hablando de apego, de estar encima, de no dejar respirar ni respirar uno mismo.  Todo en su justo equilibrio. 
 
Si tienes alguien por ahí que has dejado de lado, llámalo, escríbele, hazle sentir tu amor, si en que verdad lo sientes.  Yo lo estoy haciendo.

domingo, 5 de abril de 2009

Querido día



Permíteme ser consciente del tesoro que eres para mi.

Permíteme saber amarte y bendecirte antes que hayas partido.

Permíteme no pasarte por alto
en la búsqueda de algo raro y perfecto mañana.

Porque es posible que un día yo clave mis uñas en el pecho,
que hunda mi cara en la almohada,
que levante las manos al cielo y quiera,
más que nada en el mundo,
tu regreso.
 

 
Con este mensaje arrancamos la lista Cambiatumundo, el 5 de abril de 2002.
¡Gracias por permitirme acompañarte!
¡Gracias por tu compañía!
 
 

 

Celebración

Si te sientes parte de Cambiatumundo, hoy es nuestro día. CAMBIATUMUNDO cumple años.
 
Y, por esas cosas...este séptimo año, es el primero al que le presto atención como aniversario.
 
Quiero compartir que me siento muy feliz, que hoy me he levantado con el ánimo de fiesta. Salvo raras ocasiones, siempre estoy "de fiesta", pero sabrás como yo que cuando celebramos, hay como una energía especial.
 
Mantener la lista es un trabajo diario muy pequeño, no requiere demasiado, pero sí constancia.  Por la vuelta que he recibido de muchas almas, sé que es como una bocanada de aire fresco en algún momento de sus vidas.  He conseguido amigos aquí, y he cosechado ricas anécdotas de como un mensaje ha afectado la vida de alguien. 
 
Alguna vez, la mente ha ronrroneado si este pequeño servicio tenía sentido, e, inmediatamente la respuesta de Dios, del Universo, no se hizo esperar. Un mensaje de alguien a quien unas pocas palabras le habían servido, vino a confirmarme.  Eso es como una caricia que recibo agradecida, sabiendo que no es mérito mío, sino que fue la Divinidad quien quiso estar presente.
 
Y ese es mi deseo, ser una pequeña gota de lluvia que sirva para atraer un torrente vivificador.
 
Te dejo un gran abrazo, bien fuerte, bien sentido, y te agradezco que me acompañes en este Caminito que estamos haciendo.

jueves, 2 de abril de 2009

La mente: emisor de ondas

Si pudiéramos ser conscientes de lo que pensamos...Pero la mayoría del tiempo nos dejamos atrapar por cosas que la mente trae aquí y allá.  La mente es "la loca de la casa" se dice en alguna escritura védica. ¿Es así, no? 

Si pudiéramos ser conscientes de los pensamientos negros que guardamos en ciertas ocasiones.  ¿Si tuviéramos conciencia de que van a juntarse con otra masa de pensamientos negros? ¿Si nos diéramos cuenta de que si pensamos mal, estamos atrayendo esa masa de negros pensamientos hacia nosotros? ¿Si viéramos que es un círculo vicioso en el cual nos enredamos y enredamos hasta quedar exhaustos de tanto permitir que nuestra mente corra y corra desaforada hacia ninguna parte? O no.  A veces corre para destruirnos, y a todos a nuestro alrededor.

¿Te das cuenta de esto? ¿Y qué haces para parar esta locura?

Yo no enseño; muestro

Cambiatumundo es Cambio mi mundo.  Y sé que mi mundo puede cambiar por cambiar mi mente.  Por eso, porque veo a tanta gente.......¡tanta! sufriendo y me duele, por eso deseo muy fervientemente que cambiemos la mente para que cambie todo a nuestro alrededor. 

Yo no puedo hacer nada personalmente por nadie.  Cada uno ha de hacerlo por sí mismo.

Yo no puedo enseñar nada a nadie.  

Solo puedo ofrecer algunas cosas que me hicieron y me hacen bien a mí.  He dejado de sufrir por tonterías.  En el sufrimiento hay escalas, como en el placer.  Hay grandes cosas por las cuales se sufre y hay pequeñas.  De todas maneras, pienso que si podemos aprender a no sufrir por las pequeñas cosas, de a poco, llegaremos a sufrir -al menos- menos (valga la redundancia) por las grandes.